Nansana Dance Kids
Nanzana Dance Kids
Bolivia celebró su patrimonio cultural y natural como nunca antes lo había hecho. Y lo hizo con ritmo, color y una mirada internacional que puso a la niñez de Uganda en el centro de una experiencia inolvidable.
En el marco del Bicentenario, Bolivia apostó por algo más que una conmemoración: una auténtica vitrina mundial. En una fusión magistral de cultura, turismo y solidaridad global, la llegada de los Nansana Dance Kids el carismático grupo de danza infantil originario de Uganda se convirtió en un poderoso acto simbólico y mediático. Su presencia no solo avivó el espíritu del Carnaval de Oruro, sino que llevó al Salar de Uyuni y otros destinos icónicos a millones de pantallas en el mundo entero.

El proyecto, impulsado por el Viceministerio de Turismo y otras instituciones del estado, tuvo como eje principal la promoción internacional de Bolivia, destacando al Carnaval de Oruro y al Salar de Uyuni como emblemas de una identidad rica en diversidad. Con sus danzas ancestrales, vestimentas deslumbrantes y la energía de cientos de fraternidades, Oruro brilló en los ojos de los pequeños bailarines africanos, quienes no ocultaron su emoción al formar parte de la entrada folclórica más importante del país.
El Salar de Uyuni, por su parte, se transformó en un escenario natural surrealista para los Nansana Kids, quienes grabaron coreografías únicas, saya, morenada, diablada, salay y otros ritmos bolivianos con el inconfundible sabor africano que los caracteriza. Sus publicaciones, que acumulan millones de visualizaciones, impactaron en redes sociales globales, dando visibilidad a paisajes y expresiones culturales bolivianas.

Esta iniciativa no fue casual. En un mundo donde la visibilidad en redes sociales se ha convertido en moneda de cambio turístico, Bolivia apostó por un enfoque emocional, inclusivo y viral. Los Nansana Kids cuentan con 1.9 millones de seguidores en TikTok, con videos que alcanzan más de un millón de visualizaciones en promedio. Su popularidad fue la vía perfecta para proyectar una imagen positiva, dinámica y acogedora del país.
El proyecto integró contenidos audiovisuales, alianzas con influencers bolivianos, actividades en destinos clave (Sucre, Copacabana, Tiwanaku, Samaipata) y encuentros con autoridades, incluyendo al presidente del Estado, Luis Arce. Se trató de una operación logística y mediática compleja, que involucró a más de cinco ministerios, representantes diplomáticos en tres países, operadores turísticos, medios de comunicación y la ciudadanía misma, que abrazó a los pequeños visitantes con calidez.

La Fundación Nansana Dance Kids, formada por niñas, niños y adolescentes ugandeses entre los 9 y los 28 años, proviene de contextos de vulnerabilidad social. Sin embargo, su talento, disciplina y alegría les han permitido llegar a escenarios internacionales. En Bolivia no solo bailaron, también fueron homenajeados, aprendieron de la historia del país en la Casa de la Libertad, y compartieron escenario con grupos nacionales como Euphoria. El intercambio fue mutuo: Bolivia no solo fue anfitriona, fue también aprendiz de su entusiasmo y resiliencia.
Durante 12 días, los Nansana Dance Kids recorrieron gran parte del altiplano y los valles bolivianos. Desde Tiwanaku hasta la Isla del Sol, desde Samaipata hasta la Casa Grande del Pueblo, dejaron huella en cada paso, mientras tejían un puente cultural entre África y Sudamérica. La acción estratégica de traerlos fue más que un evento: fue una visión a futuro.

A medida que Bolivia se preparaba para conmemorar 200 años de independencia, este tipo de experiencias marcan un precedente en la manera de hacer turismo cultural. La promoción ya no solo pasa por ferias o catálogos, sino por corazones que se conectan a través de una pantalla. Bolivia lo entendió, y dio un paso firme hacia un turismo sensible, integrador y global.
Porque cuando los niños bailan en la sal del mundo, baila también la esperanza de un país que quiere ser visto, sentido y amado.
